Pues no, pues estuvo custodiado en el anonimato, de generación en generación como el secreto mejor guardado durante casi 500 años hasta que, con la invasión musulmana en el año 711 DC de la península ibérica y ante el ascendiente avance de sus tropas por todo el territorio hacia el Norte y los Pirineos, los poseedores del ‘vaso sagrado’ decidieron ir escondiéndolo en poblaciones montañosas, de difícil localización y acceso como, entre otras Yebra, Siresa, Sásabre, Bailo y con el fin de evitar la rapiña del ejército seguidor de Mahoma.
Las fuerzas cristinas, con el transcurso de los años, van deteniendo y hacen retroceder a los musulmanes empujándoles hacia el sur de Iberia, con lo que el Cáliz vuelve a aparecer de nuevo en la catedral de San Pedro de Jaca en el siglo XI.
De aquí pasa al Monasterio de San Juan del Peña, pues al cesar como obispo de Jaca el titular y siendo monje del citado Monasterio, decide llevarse el ‘Cáliz’ y allí permanece durante casi 300 años. Y es durante este periodo cuando gracias a los juglares, trovadores y peregrinos cuando empieza a tener fama.
Por aquel entonces de un lado se hacían peregrinaciones a Santiago de Compostela y de otro se habían iniciado las Cruzadas, campañas para los cristianos que querían impedir que los musulmanes ‘colonizaran Tierra Santa’ al mismo tiempo que se inició la búsqueda del Grial que era símbolo de la espiritualidad, la vida eterna, de valores, y un largo etc.